
“Empecé a laburar a los nueve años. Tuve la mala suerte de que mi viejo se muriera cuando tenía cinco, así que me tuve que ganar todo lo que tuve, mientras mi vieja laburaba como burra en casa y ni pensaba en traer otro tipo a mi casa. Vendí medias y trapos de piso, me las arreglaba de pendejo. Después crecí y entré una fábrica de soldadoras eléctricas, cuando terminé la secundaria. Ahí conocí a Willy Caballero, y armamos mi primer banda de rock”, repasa.
El “Tano”, hijo de inmigrantes italianos, dice que la imagen de su madre lo marcó para “ser un laburante” y no perderse “en la calle, en cualquiera”.
“Mi vida era salir a ganarme el mango”, repite cada tanto. Y tiene fundamentos: trabajó en metalúrgicas y en una fábrica de heladeras, de donde fue despedido por reducción de personal y por fin pudo comprarse la guitarra con la que siempre tocó, una Ibáñez.
“Cuando estaba en Hermética laburaba de peón en un camión que repartía heladeras, y ahí surgió mi idea para hacerme fletero independiente. Junté unas monedas y me compré la chata, en 1988. No la pude cambiar, está medio caída, pero sabe bien cómo esquivar los controles, dobla sola cuando ve un conito anaranjado”, se ríe “el tano”, quien tuvo muchos disgustos por llevar el pelo largo en plena dictadura y en fábricas que poco entendían de su ideología heavy. “Todo eso me llevó a generar mi propio laburo, para no pedirle permiso a nadie y para que nadie me hinche las pelotas”.
lavoz.com.ar
No hay comentarios :
Publicar un comentario